Y llegamos al último día…
Cuando empezamos nuestra excursión hace tan solo unos días, este día solo era el día de volver a casa. Veríamos de nuevo a los nuestros después de algo más de una semana sin poder prácticamente hablar con ellos. Después de una semana con gente desconocida, de la que no sé qué puedo esperar. No sé qué es exactamente lo que vengo a hacer aquí, si me han cogido sabiendo lo que hacen, o si han cometido un error y aún no se han percatado. Sea como sea, el viaje parece interesante y me apunto pese a todas mis dudas. Creo que esto es lo que pensábamos todos justo antes de empezar. Si no lo pensaban todos, al menos yo, soy culpable.
Amanecimos unas dos horas después de habernos desmayado sobre la cama. Cada uno en la suya creo, aunque no pondría la mano en el fuego. El cansancio acumulado que arrastrábamos hace días y el par de cervezas que cayeron nos impiden estar seguros de muchas cosas. Notemos que un par no significa 2 necesariamente, solo más de una y que no quiero contar más.
Esa mañana, habíamos organizado una excursión para terminar de exprimir nuestras últimas horas en la gran manzana. Dormir está sobrevalorado, no es muy “mover”. Alquilamos unas bicicletas para hacer un tour por Central Park. Hablamos con nuestro guía Scott para pedirle que hiciese la excursión un poco más corta. No es que estuviésemos cansados, sino que teníamos que hacer Check-Out del hotel y coger el transporte al aeropuerto bastante pronto.
Hacía un día precioso, con un sol radiante que nos hacía sudar ese par de cervezas de las que hablábamos antes. Algún mover se iba durmiendo sobre la bicicleta, otros no se sentían muy confiados con sus habilidades sobre la bici, otros simplemente se habrían acomodado en alguna sombra. Como persona que propuso tan buena actividad, pensaba que alguno me tiraría al lago. No podría haber protestado. Sin embargo, a medida que fuimos entrando en calor la cosa fue mejorando y disfrutamos todos de un agradable paseo en el pulmón de Manhattan.
Después llegamos al hotel a todo correr para recoger todo y salir hacía el JFK. En el trayecto el cansancio se dejo notar un poco, muchos se durmieron y otros iban cavilando sobre todo lo vivido en estos días tan intensos. Llegamos al aeropuerto y tras una facturación algo pesada, con una banda sonora ideal para los pares de cervezas de más, pasamos el control de la aduana sin nada más conflictivo que un cacheo de moño. Si, he dicho de moño. Nunca se sabe donde se pueden ocultar los m&m’s.
Durante el vuelo algunos durmieron como benditos, Gerard, Carlos, Marina… Otros hicieron la croqueta probando mil posturas para intentar dormir como Fátima. Y otros muchos nos pasamos toda la noche viendo películas o leyendo. La despedida en Madrid no fue muy triste, ya que todos sabemos que nos volveremos a ver y que nos llevamos 15 grandes amigos. Andrés, por supuesto, incluido. Al final resultó que esa gente no era tan distinta, todos tenemos sueños, miedos y ambiciones. Hemos creado lazos entre todos nosotros, ahora ya no somos unos cuantos jóvenes con posible futuro prometedor. Ahora somos MOVERS, y no comeremos el mundo todos juntos. Gracias a todos por esta experiencia irrepetible y por dejarme aprender tanto de todos vosotros. ¡Esto es solo el comienzo de los MOVERS 6th Edition!
Eduardo Donoso, Mover by FUE 6ª edición