La explicación de las cosas
Quien diga que los zombies no existen es porque no vio a los Movers el sábado en Nueva York; nos despertamos tres horas después de acostarnos, -empezábamos a sentir cerca el final de esta aventura y no había un minuto que perder- entre comentarios de «dormir es de cobardes», o «el sueño es psicológico» nos adentramos café en mano en un tour por todo el alto y bajo de Manhattan.
Sintiéndonos pequeños ante la inmensidad de lo que abarcaban nuestros ojos, pudimos contemplar puntos tan míticos como la Quinta Avenida, Central Park, la Universidad de Columbia, Lincoln center, el Upper west side, o Wall street… Para seguidamente probar los pretzels en un ferri rumbo a Staten Island con vistas a la estatua de la Libertad.
Pero esto no acaba aquí; los 35 grados a la sombra nos retaban a seguir conociendo, esta vez bajo el puente de Brooklyn, Little Italy, o Chinatown.
Y que mejor plan para terminar el día que cantar a pleno pulmón en un karaoke en Times Square. Juntos y afónicos. Aprovechando las últimas horas de esta aventura que sigue su curso.
Si alguien nos dijera que no es posible coger tanto cariño en tan corto plazo, le diría que nuestra última noche acabamos alargándola como si pudiéramos evitar que llegará la hora de partir, de que cada uno siguiera su curso. Le diría que había quien en mitad de las risas miraba pensativo con nostalgia antes aún de volver a casa. Pero también le diría que le entiendo, que ni nosotros lo comprendemos, pero hay cosas que no necesitan de explicación, y esta es una de ellas.
Cristina Serrano, Mover by FUE 6ª edición